(Ride the High Country, 1962)
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Sam Peckinpah llegó a Duelo en alta sierra no a través de su filme anterior, Compañeros mortales, sino, curiosamente, por su serie The Westerner. Como se había prometido a si mismo, Peckinpah se aseguró de poder dirigir de verdad la película, tomando el control absoluto de la misma. Así, nada más llegar, introdujo algunos cambios en el guión, que terminaría siendo el inicio de lo que ahora se conoce como western crepuscular, que culminaría en Grupo salvaje.
Para los papeles protagonistas, Peckinpah escogió a Joel McCrea y Randolph Scott, antaño grandes estrellar de Hollywood, relegadas en ese momento al olvido. Así, ambos actores darían vida aquí a dos viejos vaqueros, como una digna despedida a su carrera.
La historia nos cuenta las andanzas de Steve Judd, un vaquero que debe viajar a un pueblo minero a recoger oro, con la ayuda de su amigo Gil Westrum y un joven compañero, a los que se unirá una muchacha que huye de su padre. Las cosas se complicarán y todo derivará en una historia de celos, traición y lealtad.
La segunda incursión de Sam Peckinpah en la pantalla grande contaría ya con grandes aportes de su personalidad. La historia gira en torno a dos viejas leyendas en un mundo que les ha adelantado que se plantean cómo vivir sus últimos años de vida.
Estos dos viejos conocidos, cuya relación se verá dañada por la codicia y la traición, ejemplifican a la perfección los personajes del universo Peckinpah. Es su historia de lealtad, sus enfrentamientos y su emotivo final, lo que hace de Duelo en alta sierra la película que es.
Pero tampoco conviene hacer de menos a sus otros factores, pues la película sigue teniendo validez y es una rareza en la filmografía de Peckinpah, al conjugar los western de corte clásico con lo que posteriormente sería los westerns modernos del propio director.
Si bien encontramos ciertos detalles sórdidos o algo violentos, Duelo en alta sierra se asemeja más, en su historia y puesta en escena. a los clásicos filmes del oeste dirigidos por Anthony Mann, como la esplendida Horizontes Lejanos (Bend of the river, 1952), a años luz de lo que sería habitual en obras posteriores de Peckinpah. Así, sin ser una película brillante, termina resultando un agradable soplo de aire fresco al género y un anuncio de lo que estaba por llegar de la mano de este joven director.
Por último, cabría destacar que esta película marca el inicio de varias fructíferas colaboraciones. Por un lado encontramos a Warren Oates, R.G. Armstrong y L.Q. Jones, tres de los actores fetiches del director, en papeles secundarios. Por otro, es la primera de muchas veces que Peckinpah trabajaría con el genial director de fotografía Lucien Ballard, que demuestra lo polifacético que es, logrando aquí una fotografía radicalmente opuesta a la que haría en Grupo salvaje, su siguiente colaboración con el director.
A pesar de su escaso presupuesto, Duelo en la alta sierra recabaría grandes criticas, ganando a 8 ½ de Fellini (1963) en el Festival de cine de Bélgica.
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