Imaginar un mundo sin El señor de los anillos es una tarea difícil. Y no es que yo sea un gran seguidor del libro de Tolkien, pero sí hay que ser consciente de su enorme influencia en cine, cómic, literatura, música...
Como con todo, uno puede acercarse a este universo como inspiración lejana o puede hacerlo burdamente. Y con los bajos estándares que llegan a alcanzarse en literatura y otros medios, encontramos películas que cambian el anillo único por un cerdo mágico (no estoy pensando en Tarón y el caldero mágico) o libros que sustituyen la letra A por la E (no estoy pensando en Eragon) y no se ruborizan al asegurar que estamos ante un producto original.
Hasta cierto punto, el Bone de Jeff Smith toma bastante de la obra de Tolkien, realizando su mezcla personal entre El hobbit y El señor de los anillos; pero lo hace sujetándose a ciertos elementos y personajes básicos que también pueden retrotraernos a películas de aventuras o clásicos animados.
Su principal ventaja, su formato.
Despreciado por muchos, el cómic es un medio de expresión tan valido como el cine o la literatura. Hemos llegado a una época en que los libros de moda tienen una calidad narrativa tan baja y poco elaborada (paradójicamente, todos consiguen extenderse cientos paginas), que un cómic resulta una opción digna si sabe llevarse bien. Presenta sus defectos y sus potencialidades (que se lo pregunten a Alan Moore y Dave Gibbons y su magnifico Watchmen) y si se aprovecha puede resultar una alternativa la mar de agradable.
El origen del Bone de Jeff Smith nos lleva al año 1991, cuando éste publicó de su bolsillo El mapa, el primero de los 55 capítulos que terminaría teniendo su obra. En Junio de 2004, el último número fue publicado, poniendo fin a la historia, que sería recopilada de diferentes formas. En España han salido nueve tomos en color y tres en blanco y negro, mientras que en USA existe, además de éstos, un maravilloso volumen en blanco y negro de 1400 paginas con todas las entregas.
Por problemas económicos, Jeff Smith se vio obligado a rechazar el uso del color. Con esto en mente, realizó un dibujo en un blanco y negro enormemente contrastado, utilizando juegos de sombras. Posteriormente, a raíz del éxito, el cómic sería coloreado con tan buenos resultados que el propio Smith lo consideró la edición definitiva de Bone. Y, en efecto, los colores están verdaderamente logrados y son un aliciente muy apreciable. En la mano del propio lector está decidir con qué versión quedarse, sabiendo que ambas tienen validez: una como la original y otra como la preferida por el autor.
La historia, ya vista, nos habla de tres bones, cómicos seres blancos de grandes narices, que llegan a un valle desconocido. Allí se encontrarán con la bella Thorn, que acabará resultando ser el elemento central de una larga y épica lucha entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Las tres criaturas se encuentran ahora inmersos en un mundo de poderes mágicos, dragones, ratas gigantes y otras criaturas siniestras y asombrosas.
Así, el argumento propuesto por Jeff Smith no es especialmente original, pero se beneficia de su formato. El hecho de leer un cómic nos evita narraciones de dudosa calidad y favorece un tono más visual que Smith aprovecha para dotar al relato de un gran sentido del humor, especialmente en su primera parte.
La comicidad de Bone es ya patente desde su comienzo, con esos graciosos personajes que guiarán la historia y que nos recuerdan a los sencillos hobbits de Tolkien, por poner un ejemplo.
Smith dota a cada uno de los tres Bones de una cualidad, heroicidad (Fone), codicia (Phoney) y humor (Smiley); y utiliza estos elementos a lo largo de todo el relato. Así, siendo Fone el personaje que guía la historia, encontramos diversas subtramas protagonizadas por sus dos primos y otros personajes que no tienen reparo en variar entre lo cómico (las ratas) y lo dramático (la abuela).
Como ya se ha comentado, una de las ediciones de Bone agrupa las 55 historias en tres tomos. Esta decisión no es aleatoria, pues la historia resulta perfectamente divisible en tres partes.
El primer volumen agrupa los capítulos que podríamos llamar introductorios, en los que vemos la adaptación de los Bone en el valle, con la vida de las sencillas personas que lo habitan. Hablamos, pues, de una parte enormemente afable y divertida, especialmente en todo lo que atañe a la carrera de vacas, y donde el humor está más presente, bien sea en situaciones o en personajes.
El segundo tomo se vuelve más oscuro y deja caer gran parte del protagonismo en Phoney, cuya avaricia termina siendo elemento central de esta parte. El humor sigue presente, pero Smith aprovecha la naturaleza del bone para darnos una perspectiva algo más psicológica. Una vez hemos conocido a los personajes que habitan este mundo, el autor crea conflictos y los enfrenta unos con otros, enriqueciendo así la historia.
Por último lugar, el tercer tomo entra de lleno en la historia épica que Smith prepara ya desde el comienzo, acuciando sus semejanzas con El señor de los anillos. Es aquí donde el autor deja de lado definitivamente el humor y la psicología para centrarse en un épico drama de aventuras. Tras leer con interés las dos partes precedentes, aquí uno tiene la sensación de que la historia está alargándose innecesariamente, con situaciones farragosas que ocupan infinidad de capítulos. Y, efectivamente, Smith no sabe muy bien terminar su obra y la hace girar en círculos una y otra vez con la esperanza de ir añadiendo pequeños elementos y dar una mayor sensación de épica al conjunto. En su afán de hacer de Bone una experiencia inolvidable, termina resultando tedioso. como le sucedió a Joss Whedon en la temporada final de Buffy. Es este final, alejado de la sencillez, lo que termina lastrando la obra.
Al terminar Bone, uno tiene la sensación de haber vivido una aventura fallida, muy interesante y amena en su comienzo, pero menos lograda en su final.
Aun así, el cómic da a Jeff Smith la posibilidad de hacer una historia más ágil y visualmente entretenida que un simple superventas y la aproxima más al medio cinematográfico, con algunas de cuyas producciones animadas es también deudor.
Entre tanto libro fantástico y cómic que lo adapta, se agradece ver una historia original que no teme decantarse por un sentido del humor sencillo, eficaz y algo surrealista, y que nos deja con estos entrañables personajes, los bone.
Como con todo, uno puede acercarse a este universo como inspiración lejana o puede hacerlo burdamente. Y con los bajos estándares que llegan a alcanzarse en literatura y otros medios, encontramos películas que cambian el anillo único por un cerdo mágico (no estoy pensando en Tarón y el caldero mágico) o libros que sustituyen la letra A por la E (no estoy pensando en Eragon) y no se ruborizan al asegurar que estamos ante un producto original.
Hasta cierto punto, el Bone de Jeff Smith toma bastante de la obra de Tolkien, realizando su mezcla personal entre El hobbit y El señor de los anillos; pero lo hace sujetándose a ciertos elementos y personajes básicos que también pueden retrotraernos a películas de aventuras o clásicos animados.
Su principal ventaja, su formato.
Despreciado por muchos, el cómic es un medio de expresión tan valido como el cine o la literatura. Hemos llegado a una época en que los libros de moda tienen una calidad narrativa tan baja y poco elaborada (paradójicamente, todos consiguen extenderse cientos paginas), que un cómic resulta una opción digna si sabe llevarse bien. Presenta sus defectos y sus potencialidades (que se lo pregunten a Alan Moore y Dave Gibbons y su magnifico Watchmen) y si se aprovecha puede resultar una alternativa la mar de agradable.
El origen del Bone de Jeff Smith nos lleva al año 1991, cuando éste publicó de su bolsillo El mapa, el primero de los 55 capítulos que terminaría teniendo su obra. En Junio de 2004, el último número fue publicado, poniendo fin a la historia, que sería recopilada de diferentes formas. En España han salido nueve tomos en color y tres en blanco y negro, mientras que en USA existe, además de éstos, un maravilloso volumen en blanco y negro de 1400 paginas con todas las entregas.
Por problemas económicos, Jeff Smith se vio obligado a rechazar el uso del color. Con esto en mente, realizó un dibujo en un blanco y negro enormemente contrastado, utilizando juegos de sombras. Posteriormente, a raíz del éxito, el cómic sería coloreado con tan buenos resultados que el propio Smith lo consideró la edición definitiva de Bone. Y, en efecto, los colores están verdaderamente logrados y son un aliciente muy apreciable. En la mano del propio lector está decidir con qué versión quedarse, sabiendo que ambas tienen validez: una como la original y otra como la preferida por el autor.
La historia, ya vista, nos habla de tres bones, cómicos seres blancos de grandes narices, que llegan a un valle desconocido. Allí se encontrarán con la bella Thorn, que acabará resultando ser el elemento central de una larga y épica lucha entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Las tres criaturas se encuentran ahora inmersos en un mundo de poderes mágicos, dragones, ratas gigantes y otras criaturas siniestras y asombrosas.
Así, el argumento propuesto por Jeff Smith no es especialmente original, pero se beneficia de su formato. El hecho de leer un cómic nos evita narraciones de dudosa calidad y favorece un tono más visual que Smith aprovecha para dotar al relato de un gran sentido del humor, especialmente en su primera parte.
La comicidad de Bone es ya patente desde su comienzo, con esos graciosos personajes que guiarán la historia y que nos recuerdan a los sencillos hobbits de Tolkien, por poner un ejemplo.
Smith dota a cada uno de los tres Bones de una cualidad, heroicidad (Fone), codicia (Phoney) y humor (Smiley); y utiliza estos elementos a lo largo de todo el relato. Así, siendo Fone el personaje que guía la historia, encontramos diversas subtramas protagonizadas por sus dos primos y otros personajes que no tienen reparo en variar entre lo cómico (las ratas) y lo dramático (la abuela).
Como ya se ha comentado, una de las ediciones de Bone agrupa las 55 historias en tres tomos. Esta decisión no es aleatoria, pues la historia resulta perfectamente divisible en tres partes.
El primer volumen agrupa los capítulos que podríamos llamar introductorios, en los que vemos la adaptación de los Bone en el valle, con la vida de las sencillas personas que lo habitan. Hablamos, pues, de una parte enormemente afable y divertida, especialmente en todo lo que atañe a la carrera de vacas, y donde el humor está más presente, bien sea en situaciones o en personajes.
El segundo tomo se vuelve más oscuro y deja caer gran parte del protagonismo en Phoney, cuya avaricia termina siendo elemento central de esta parte. El humor sigue presente, pero Smith aprovecha la naturaleza del bone para darnos una perspectiva algo más psicológica. Una vez hemos conocido a los personajes que habitan este mundo, el autor crea conflictos y los enfrenta unos con otros, enriqueciendo así la historia.
Por último lugar, el tercer tomo entra de lleno en la historia épica que Smith prepara ya desde el comienzo, acuciando sus semejanzas con El señor de los anillos. Es aquí donde el autor deja de lado definitivamente el humor y la psicología para centrarse en un épico drama de aventuras. Tras leer con interés las dos partes precedentes, aquí uno tiene la sensación de que la historia está alargándose innecesariamente, con situaciones farragosas que ocupan infinidad de capítulos. Y, efectivamente, Smith no sabe muy bien terminar su obra y la hace girar en círculos una y otra vez con la esperanza de ir añadiendo pequeños elementos y dar una mayor sensación de épica al conjunto. En su afán de hacer de Bone una experiencia inolvidable, termina resultando tedioso. como le sucedió a Joss Whedon en la temporada final de Buffy. Es este final, alejado de la sencillez, lo que termina lastrando la obra.
Al terminar Bone, uno tiene la sensación de haber vivido una aventura fallida, muy interesante y amena en su comienzo, pero menos lograda en su final.
Aun así, el cómic da a Jeff Smith la posibilidad de hacer una historia más ágil y visualmente entretenida que un simple superventas y la aproxima más al medio cinematográfico, con algunas de cuyas producciones animadas es también deudor.
Entre tanto libro fantástico y cómic que lo adapta, se agradece ver una historia original que no teme decantarse por un sentido del humor sencillo, eficaz y algo surrealista, y que nos deja con estos entrañables personajes, los bone.
Durante las próximas tres semanas, el blog mortal echará un vistazo a la carrera de Sam Peckinpah.
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