Como sucedió con Cuarón tras su labor en El prisionero de Azkaban, Mike Newell fue tentado con el puesto de director en la quinta parte, oferta que rechazó por lo demandante del trabajo. Y como en la tercera película, la elección final no pudo ser más llamativa.
Y es que aunque uno esperaría de Warner Bros la contratación de directores comerciales con experiencia en superproducciones, al igual que cuando el director de Y tu mamá también llegó a la saga del joven mago, los espectadores volvían a rascarse la cabeza incrédulos por la elección para la quinta parte.
David Yates no era un director conocido para el gran público, pues su experiencia previa a Harry Potter se limitaba prácticamente a la televisión inglesa, donde dirigió la estupenda miniserie State of Play (2003).
A su llegada, Yates no dudó en llevarse a algunos colaboradores habituales. Aun así, el director era plenamente consciente de a qué se enfrentaba.
La orden del fénix es, probablemente, el peor libro de toda la saga, lo cual son palabras mayores para todo aquel que haya leído los tres últimos. Esto, sumado al hecho de que el premiado Steve Kloves era sustituido en el guión por el mucho más soso Michael Goldenberg, hacen de la primera experiencia de Yates en Harry Potter la peor película de la saga.
Y es que, si bien la irrelevancia era algo que ya habíamos visto en la segunda película, mientras que la obra de Columbus resultaba enormemente entretenida, la fidedigna adaptación del quinto libro se queda prácticamente sin nada que contar. Como tantos otros autores actuales, Rowling había escrito un libro que daba vueltas sobre si mismo para no decir absolutamente nada en sus pesadas páginas. Así, la película no puede evitar impregnarse de esta indiferencia, de esa sensación de incertidumbre, en el peor sentido de la palabra, que parece transmitir Rowling. Y es que para cualquiera que haya leído los libros queda claro que si bien la trama parece planificada hasta la cuarta novela, a partir de la quinta comienza a alargarse sin sentido, simplemente por llegar al séptimo libro.
Con esta perspectiva, y teniendo en cuenta que Yates no está al nivel de Alfonso Cuarón o, si me apuran, Mike Newell, La orden del fénix termina siendo la peor película de la saga y contrasta llamativamente con la recargada cuarta película
Pero esto no significa que esté exenta de aciertos. Así, aunque no tenga demasiada acción, Yates sabe cómo rodar los diálogos para sacarles el máximo partido (que, las cosas como son, no es demasiado) y presenta una película muy inglesa en su estilo. Así, al escenario del mundo mágico cabe añadir algo que Cuarón ya apuntó en la tercera parte, un pequeño retrato del mundo real. Yates se molesta en darnos esos breves momentos en que Harry Potter se mueve por un Londres auténtico y reconocible.
El imprevisible fotógrafo Slawomir Idziak da a la película un tono visual que nos retrotrae más a la tercera que a la cuarta, pero el polaco parece un seguidor de los excesos y por momentos termina tintando prácticamente la imagen de un azulado color que juega en contra de la película, al sacar al espectador de la misma por su falsedad.
Aun así, La orden del fenix tiene momentos en que Yates utiliza muy apropiadamente la mano de Idziak, especialmente en su comienzo, con esa estupenda escena inicial en el parque que da paso al primera ataque.
Las imágenes son sonorizadas por un viejo colaborador del director. Así como el paso de la televisión al cine es muy grande en términos de fotografía, Yates consideró que lo que atañe a la banda sonora era más sencillo.
Nicholas Hooper pasa con el director del mundo de la televisión al del cine y lo hace, aunque a años luz del trabajo de los que le precedieron, con bastante dignidad. Hooper compone un par de temas pegadizos, un poco en la linea de Williams, pero nos da una partitura que, a juego con el tono calmado de la película, resulta sorprendentemente sutil, no por ello mala, especialmente en escenas como el encuentro con Grawp.
La mano de Yates en La orden del fénix se ve perjudicada en parte por ser su primera experiencia con una película de estas características, pero, sobretodo, por la monotonía de su historia, carente de garra.
Aun así, la película sigue presentando una factura técnica impecable y anuncia un director con buenas ideas que puede ir mejorando en sus futuras incursiones en el mundo del joven mago.
Harry Potter y el misterio del príncipe
Y es que aunque uno esperaría de Warner Bros la contratación de directores comerciales con experiencia en superproducciones, al igual que cuando el director de Y tu mamá también llegó a la saga del joven mago, los espectadores volvían a rascarse la cabeza incrédulos por la elección para la quinta parte.
David Yates no era un director conocido para el gran público, pues su experiencia previa a Harry Potter se limitaba prácticamente a la televisión inglesa, donde dirigió la estupenda miniserie State of Play (2003).
A su llegada, Yates no dudó en llevarse a algunos colaboradores habituales. Aun así, el director era plenamente consciente de a qué se enfrentaba.
La orden del fénix es, probablemente, el peor libro de toda la saga, lo cual son palabras mayores para todo aquel que haya leído los tres últimos. Esto, sumado al hecho de que el premiado Steve Kloves era sustituido en el guión por el mucho más soso Michael Goldenberg, hacen de la primera experiencia de Yates en Harry Potter la peor película de la saga.
Y es que, si bien la irrelevancia era algo que ya habíamos visto en la segunda película, mientras que la obra de Columbus resultaba enormemente entretenida, la fidedigna adaptación del quinto libro se queda prácticamente sin nada que contar. Como tantos otros autores actuales, Rowling había escrito un libro que daba vueltas sobre si mismo para no decir absolutamente nada en sus pesadas páginas. Así, la película no puede evitar impregnarse de esta indiferencia, de esa sensación de incertidumbre, en el peor sentido de la palabra, que parece transmitir Rowling. Y es que para cualquiera que haya leído los libros queda claro que si bien la trama parece planificada hasta la cuarta novela, a partir de la quinta comienza a alargarse sin sentido, simplemente por llegar al séptimo libro.
Con esta perspectiva, y teniendo en cuenta que Yates no está al nivel de Alfonso Cuarón o, si me apuran, Mike Newell, La orden del fénix termina siendo la peor película de la saga y contrasta llamativamente con la recargada cuarta película
Pero esto no significa que esté exenta de aciertos. Así, aunque no tenga demasiada acción, Yates sabe cómo rodar los diálogos para sacarles el máximo partido (que, las cosas como son, no es demasiado) y presenta una película muy inglesa en su estilo. Así, al escenario del mundo mágico cabe añadir algo que Cuarón ya apuntó en la tercera parte, un pequeño retrato del mundo real. Yates se molesta en darnos esos breves momentos en que Harry Potter se mueve por un Londres auténtico y reconocible.
El imprevisible fotógrafo Slawomir Idziak da a la película un tono visual que nos retrotrae más a la tercera que a la cuarta, pero el polaco parece un seguidor de los excesos y por momentos termina tintando prácticamente la imagen de un azulado color que juega en contra de la película, al sacar al espectador de la misma por su falsedad.
Aun así, La orden del fenix tiene momentos en que Yates utiliza muy apropiadamente la mano de Idziak, especialmente en su comienzo, con esa estupenda escena inicial en el parque que da paso al primera ataque.
Las imágenes son sonorizadas por un viejo colaborador del director. Así como el paso de la televisión al cine es muy grande en términos de fotografía, Yates consideró que lo que atañe a la banda sonora era más sencillo.
Nicholas Hooper pasa con el director del mundo de la televisión al del cine y lo hace, aunque a años luz del trabajo de los que le precedieron, con bastante dignidad. Hooper compone un par de temas pegadizos, un poco en la linea de Williams, pero nos da una partitura que, a juego con el tono calmado de la película, resulta sorprendentemente sutil, no por ello mala, especialmente en escenas como el encuentro con Grawp.
La mano de Yates en La orden del fénix se ve perjudicada en parte por ser su primera experiencia con una película de estas características, pero, sobretodo, por la monotonía de su historia, carente de garra.
Aun así, la película sigue presentando una factura técnica impecable y anuncia un director con buenas ideas que puede ir mejorando en sus futuras incursiones en el mundo del joven mago.
Harry Potter y el misterio del príncipe
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