miércoles, 23 de diciembre de 2009

Avatar

(2009)





James Cameron es uno de esos directores que, si bien nunca brillantes, siempre solían tener cierto interés. Sus películas eran entretenidas y presentaban algunos hallazgos interesantes.
Entonces llegó Titanic (1997), filme entretenido pero vacío, que le convirtió, como él mismo gritó en la gala de los Oscar, en el rey del mundo. Era una cita de la película, sí, pero el hecho de que Cameron la utilizara parecía dejar entrever un ego desproporcionado.
Avatar llega 12 años después de aquella, y nos ha sido presentada como una revolución del cine moderno. Permítanme que lo dude.


Vaya por delante que estoy seguro de que Cameron ha desarrollado un sistema de captura de movimiento y renderización de gráficos sin precedente cuyo potencial en el terreno de la tecnología de cines tridimensional es apabullante. Eso sí, no tengo ni la más remota idea de qué significa esto.
El principal problema de Avatar es que esta tan cacareada revolución no se encuentra ni en el fondo ni en la forma.


Esto, tal cual, no es especialmente criticable; lo mismo se puede decir de muchas otras películas enormemente entretenidas.
El tema es que la cinta que nos ocupa tiene una ambición desmedida para sus escasos méritos y su pobre imaginación.


El argumento que cuenta Cameron está ya demasiado visto, es aquí adecentado con estereotipos andantes (más que personajes) y una delirante sensación de trascendencia (que elimina por completo cualquier posibilidad de entretenimiento), y posee un mensaje ecológico-social tan evidente y burdo que por momentos duele.
El canadiense no consigue emocionar lo más mínimo, sino que confunde y basa todo su atractivo en llenar la película de cuantos más efectos digitales mejor, para ver si así resulta espectacular, cayendo unas cuantas veces en lo irrisorio.


Ni siquiera en esta sobredosis de efectos y personajes variados resulta Avatar una película a recordar. Emperrada en revolucionar la tecnología, el arte se deja de lado. Carente de la imaginación de muchos otros directores actuales, Cameron toma elementos vistos en muchos otros sitios y añade una o dos pequeñas variaciones para darle su toque (los ridículos caballos de seis piernas).


Ni en otros aspectos que no sean los efectos visuales consigue Avatar destacar; ni en la monótona y aburrida fotografía de Mauro Fiore, ni en la aburrida y enormemente repetitiva partitura de James Horner.


Así, el éxito y la calidad de la nueva película de James Cameron se ha dejado por completo al departamento de efectos visuales que, sin duda, ha hecho una labor colosal, pero no consigue enterrar, por mucho que se empeñen, todos los fallos de Avatar.

3 comentarios:

  1. Comparto mucho de lo que usted dice, pero a mí el fim me parece bueno y la banda sonora de James Horner muy decente.

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  2. A mí me entretuvo, pero desde luego no es la gran obra que tanto anunciaron con bombo y platillo, tan sólo es una peli de aventuras con buenos efectos, y para de contar xd

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  3. A mi me encantó, pero reconozco que está basada en la película de Pocahontas jejeje

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