domingo, 13 de diciembre de 2009

Algo pasa en Hollywood

(What Just Happened, 2008)





Partiendo del hecho de que debemos a Levinson eterna gratitud y devoción por sus guiones para las películas de Mel Brooks La última locura (Silent Movie, 1976) y Máxima Ansiedad (High Anxiety, 1977), como director ha sabido dar películas tan entretenidas como El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985) o tan brillantes como La cortina de humo (Wag the Dog, 1997).
Su principal problema es que es un director completamente supeditado a su guión, sacando una gran película si es éste es brillante, hundiéndose con ella si es malo.
Ello no quita para que, como Philip Kaufman, sepa dar cierto atractivo a sus proyectos, por malos que estos puedan ser, baste como ejemplo la por momentos bizarra El hombre del año (Man of the Year, 2006).


Algo pasa en Hollywood adapta las memorias de Art Linson, productor de Los intocables de Elliot Ness (The Untouchables, 1987) o El club de la lucha (Fight Club, 1999), desde una perspectiva supuestamente crítica y humorística que escribe el propio Linson.


Con Levinson dirigiendo, partiendo de una vida tan potencialmente jugosa como es la de un productor de cine, y contando con un reparto de esos que destacan, con Robert De Niro, Catherine Keener, John Turturro, Stanley Tucci, Michael Wincott, Bruce Willis (éste, carismático como él solo, encarnándose a sí mismo), Robin Wright Penn y Sean Penn; uno esperaría de este trabajo una película de esas que se diferencian del resto.
Pero esto no es así.


Y es que todo este cúmulo de talento se pone a disposición de un relato de Linson sobre lo difícil que es ser él, que echa una visión de Hollywood ya muy vista y sin garra alguna, salvo por alguna subtrama curiosa (Willis y su barba).
Todos los entresijos del mundo del cine están a años luz de los mostrados en Bowfinger: El pícaro (Bowfinger, 1999), El juego de Hollywood (The Player, 1992) o incluso The Majestic (2001), y son visualizados por Levinson con su habitual corrección y algún que otro detalle genial (la banda sonora a partir de la música de la película ficticia) que consigue sacar alguna sonrisa, pero es del todo insuficiente para sacar a flote una historia que hace aguas.


Al final, algo pasa en Hollywood es una película que produce una sensación de indiferencia en el espectador, que al salir del cine se pregunta si la película ha aportado algo más que 100 minutos perdidos. Y a veces eso es peor que hablar de una mala película.

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