En 2008 se estrenó El curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button, 2008) de la mano de David Fincher. Su primera nominación a los Oscar le llegó por este correcto aunque intrascendente drama.
Quizás porque las historias de gran poder conmovedor o dramático siempre parecen mejores, Fincher no olió una candidatura hasta que fue directamente a buscarla con esta película, a pesar de su gran labor en Seven (Se7en, 1995), El club de la lucha (Fight Club, 1999) y Zodiac.
Si algo puede alabarse del director es su tendencia a no repetirse en ningún momento. Así, estas tres películas, las mejores que ha hecho hasta el momento, tienen un tono y una dirección marcadamente diferente, perfecta en todos los casos.
Y mientras las dos historias protagonizadas por Brad Pitt (Seven y El club de la lucha) tenían un guión de hierro, Zodiac se salva única y exclusivamente por la mano de Fincher, que coordina absolutamente todos los departamentos a la perfección.
Basada en hechos reales, Zodiac narra la persecución policial a un asesino en serie a lo largo de más de 20 años y muestra la forma en que afecta a los dos periodistas y los dos policías más vinculados al caso.
El primer elemento que llama la atención de esta película es la escrupulosa recreación de los hechos. Al leer el libreto de James Vanderbilt, guionista insulso donde los haya, Fincher decidió revisarlo para adaptarlo más a lo que en realidad fue el caso. Y se nota.
Zodiac huye del morbo o de la especulación infundada para ceñirse a la realidad, huye de los tópicos del thriller para contar una historia atípica que se sustenta en sus personajes, cuya evolución termina siendo más importante que la propia identidad del asesino.
Estos detalles acertados vienen marcados, probablemente, por las pautas que estableció el propio Fincher. Pero la hora de entrar en diálogos y detalles concretos, aunque existen aciertos (el retrato de los personajes), por momentos el guión resulta demasiado simple (el interrogatorio) y parece no ir a ningún sitio (su parte final).
Lo más curioso de todo es que estos fallos terminan importando poco o nada, por la mano experta de Fincher para resolver (casi) cualquier escena.
Y es que el director no está atado a la hora de retratar la historia, ni por hechos (la película comienza con un niño asistiendo al colegio en pleno agosto) ni películas previas, y su visión de la época conjuga tanto elementos icónicos vistos en cine (los logos de las productoras) como su experiencia personal, dándonos una realidad totalmente creíble, enfatizada por el tono documental.
Por si esto fuera poco (que no lo es), nunca está de más remarcar que Zodiac cuenta con algunos de los efectos visuales más convincentes de los últimos años, no por su espectacularidad sino por su ajuste a la historia.
Es cuestionable que una película como esta necesite imágenes recreadas por ordenador, pero lo cierto es que resultan tan perfectas que prácticamente son imperceptibles y están al servicio del director, para hacer que la película sea tal como la imaginó.
El propio Fincher describió la dirección de una película como guiar un pincel gigante sostenido por cientos de personas. Y, por ello, la selección de todos los implicados en Zodiac es ideal. El director sabe lo que quiere y se rodea de gente de talento que le ayude a conseguirlo.
Harris Savides, director de fotografía, retrata cada época, desde los 60 hasta los 80, con perfección y ayuda a construir el tono de la película (la escena del lago).
La banda sonora original, por su lado, corre a cargo de David Shire. Que éste fuera el compositor de Todos los hombres del presidente (All the President's Men, 1976), una de las películas favoritas de Fincher, no es casualidad.
Su partitura es calmada y atmosférica (los policías en el taxi) y de una presencia escasa, ayudando a ese tono documental de toda la cinta.
Junto a la labor de Shire encontramos una selección de canciones que sirven tanto para contextualizar la película (el montaje extendido incluye un magnífico minuto de pantalla en negro que, a través de canciones, representa un salto temporal de cuatro años) como para construir escenas (el asesinato inicial).
Y si los técnicos cumplen con creces, lo mismo se puede decir de los actores. Fincher les presiona hasta la extenuación, pero sin duda merece la pena.
Hasta el secundario más insignificante es perfecto en sus movimientos, sus expresiones, su tono de voz... Y pese a la corrección de Jake Gyllenhaal, quienes se llevan la palma son un felizmente resucitado Robert Downey Jr., Mark Ruffalo y Elias Koteas, con las que probablemente sean, en el caso de los dos últimos, sus mejores actuaciones hasta la fecha (lo cual, las cosas como son, tampoco es difícil).
Al final, pese a sus fallos (que los tiene) Zodiac es una película impresionante en casi todos los sentidos y uno de los mejores thrillers que Hollywood nos ha dado recientemente. Y, por supuesto, no tuvo cabida en unos Oscar en los que sí estaba Juno (2007).
Es una gran película, pero más por la dirección de Fincher que por otra cosa, como usted bien dice.
ResponderEliminarMe quedo con la secuencia del asesinato del taxista, perfecta en fondo y forma.
Me compré el montaje del director hace tiempo y aún no lo he visto.
¿El mejor papel de Koteas?, ni de lejos maldito,ese hombre es dios en Crash y La Delgada Línea Roja.