Y si ayer hablábamos de Distrito 9 y su mensaje alegórico, hoy nos ponemos con otra película de ciencia ficción que utiliza a los simpáticos (o antipáticos) hombrecillos verdes como portadores de mensajes y críticas sociales.
Basado en un legendario relato corto de Jack Finney, “The Body Snatchers”, el guión de Daniel Mainwaring (y, dicen, reescrito en gran parte por Sam Peckinpah), dirigido por Don Siegel (autor de la legendaria Harry el sucio), narra la historia de un pequeño pueblo cuyos habitantes comienzan a sufrir extraños cambios de personalidad. Hablan igual, se mueven igual, pero ya no tienen sentimientos. Han sido sustituidos por seres alienígenas.
La época en que se estrenó la película, por supuesto, marca enormemente su mensaje. Y es que Estados Unidos atravesaba la caza de brujas del senador McCarthy, empeñado en que todo buen americano debía denunciar a aquellas personas que parecieran ser comunistas.
De buenas a primeras, un simil salta a la cabeza: La invasión de los ladrones de cuerpos habla sobre pacificas gentes siendo poseídas de pronto por el diabólico espíritu insurgente del mismísimo Lenin, quien les hace perder su personalidad y convertirse en esclavos sin sentimientos.
Pero si ahora decimos que Mainwaring se encontraba en la célebre Lista Negra de Hollywood, que enumeraba a los cineastas con afiliaciones al partido comunista, la cosa cambia y otra visión igualmente válida surge.
Planeada como un reflejo de la histeria colectiva que sufría el país en la época, la película nos presenta un tono general de desconfianza en el que todos se ven obligados a disimular por miedo a que un dedo acusador les señales y lance sobre ellos toda la atención.
Así, el mensaje de la película funciona igual de bien en ambos sentidos y en cualquier otro que ustedes quieran darle.
Pero no sólo es mensaje lo que tiene esta estupenda película de ciencia ficción.
Y es que el hacer de Don Siegel es impresionante. No sólo por sus planos enormemente cuidados, sino también por una logradísima ambientación. Lo que comienza (prescindible prólogo al margen) como una obra costumbrista en un pequeño pueblo, se rompe cuando la verdad queda al descubierto, con un brutal cambio al misterio, el terror y la desesperación, que debería haber concluido con la escalofriante escena del protagonista, muy correcto Kevin McCarthy, corriendo entre los coches y anunciando el desastre inminente.
Y digo “debería haber concluido”, por la insistencia de los productores en modificar la película, para incluir tanto un prólogo y un epílogo como una voz en off constante que evidenciara aquellas partes menos claras y diera un giro tan gratuito como complaciente.
Pero gracias a la escasa presencia de esas escenas adicionales y a una abierta ambigüedad de su final (todo lo contrario a lo que sucedería con la versión de 2007 protagonizada por Nicole Kidman), La invasión de los ladrones de cuerpos consigue alzarse y perdurar en la memoria como la excelente película que es.
La época en que se estrenó la película, por supuesto, marca enormemente su mensaje. Y es que Estados Unidos atravesaba la caza de brujas del senador McCarthy, empeñado en que todo buen americano debía denunciar a aquellas personas que parecieran ser comunistas.
De buenas a primeras, un simil salta a la cabeza: La invasión de los ladrones de cuerpos habla sobre pacificas gentes siendo poseídas de pronto por el diabólico espíritu insurgente del mismísimo Lenin, quien les hace perder su personalidad y convertirse en esclavos sin sentimientos.
Pero si ahora decimos que Mainwaring se encontraba en la célebre Lista Negra de Hollywood, que enumeraba a los cineastas con afiliaciones al partido comunista, la cosa cambia y otra visión igualmente válida surge.
Planeada como un reflejo de la histeria colectiva que sufría el país en la época, la película nos presenta un tono general de desconfianza en el que todos se ven obligados a disimular por miedo a que un dedo acusador les señales y lance sobre ellos toda la atención.
Así, el mensaje de la película funciona igual de bien en ambos sentidos y en cualquier otro que ustedes quieran darle.
Pero no sólo es mensaje lo que tiene esta estupenda película de ciencia ficción.
Y es que el hacer de Don Siegel es impresionante. No sólo por sus planos enormemente cuidados, sino también por una logradísima ambientación. Lo que comienza (prescindible prólogo al margen) como una obra costumbrista en un pequeño pueblo, se rompe cuando la verdad queda al descubierto, con un brutal cambio al misterio, el terror y la desesperación, que debería haber concluido con la escalofriante escena del protagonista, muy correcto Kevin McCarthy, corriendo entre los coches y anunciando el desastre inminente.
Y digo “debería haber concluido”, por la insistencia de los productores en modificar la película, para incluir tanto un prólogo y un epílogo como una voz en off constante que evidenciara aquellas partes menos claras y diera un giro tan gratuito como complaciente.
Pero gracias a la escasa presencia de esas escenas adicionales y a una abierta ambigüedad de su final (todo lo contrario a lo que sucedería con la versión de 2007 protagonizada por Nicole Kidman), La invasión de los ladrones de cuerpos consigue alzarse y perdurar en la memoria como la excelente película que es.
Es un gran film, me parece genial, aunque yo siempre había percibido en él un claro mensaje anticomunista, ya me pone usted en duda con sus teorias.
ResponderEliminarLa versión militarizada de Abel Ferrara me gusta, la de Hirschbiegel/McTiegue apesta, pero la de Kaufman es mi favorita, por encima de esta de Siegel incluso.
La de Kaufman quizás sea mi favorita también, aunque tengo dudas. Artículo sobre la misma en tres horas y tal. Benditas entradas programables.
ResponderEliminarYo nunca percibí ningún mensaje anticomunista hasta que después de ver la película aparecieron Garci y sus tertulianos y empezaron a rajar de eso como si la peli fuera de política y no de ciencia ficción.
ResponderEliminarUno que es tonto o que no sabe detectar los subtextos o algo, pero bueno, la peli me pareció excelente de todas formas aunque quizá debería volverla a ver pues no recuerdo los detalles.