viernes, 25 de septiembre de 2009

The Good, the Bad, the Weird

(Joheunnom nabbeunnom isanghannom, 2008)







La película, aunque ha sido proyectada en algunos festivales, no ha sido estrenada en nuestro país y sólo puede encontrarse en el extranjero.


Nada más leer el título de este filme (El bueno, el malo y el raro), uno ya puede vincularlo con una famosa película rodada por Sergio Leone, probablemente el mejor western jamás hecho. El bueno, el feo y el malo (The Good, The Bad and the Ugly, 1966)
Más de 40 años después, el director coreano Ji-woon Kim se marca un remake que toma la idea inicial de Leone y su título como punto de partida, pero va por derroteros muy distintos.
The Good, The Bad, The Weird cuenta la historia de tres hombres que en 1930 atraviesan el desierto de Manchuria en busca de un tesoro.


Lo primero que hay que mencionar de este remake oriental del film italiano es el noble propósito de hacer de él un espectáculo visual y una película de aventuras que en ningún momento tiene la arrogancia de actualizar el filme original, simplemente de homenajearlo.


El propio Ji-woon Kim reconoció que el guión es, simple y llanamente, una excusa, pero esta afirmación merece acotarse por el propio bien del director. Cuando él habla de excusa, el sentido de esa palabra difiere ligeramente del que dan los guionistas de cualquier película de jóvenes asesinados en San Valentín o efectos especiales que destruyen monumentos históricos (con el máximo respecto a San Valentín Sangriento en 3D y 2012, faltaría más).


The Good, The Bad, The Weird es una obra argumentalmente sencilla y no inventa nada que no hayamos visto antes. Dicho lo cual, el guión sabe mantener un apreciable nivel de calidad en la construcción de los personajes y la evolución de una historia que oscila entre la acción, el humor y hasta el drama (dividida en pequeños episodios que aumentan la épica del relato), y es mantenida por unos actores que saben lo que hacen, especialmente Kang-ho Song (protagonista de ese peliculón que es The Host), con una interpretación que va más allá de ser simplemente cómica.


Esta sencillez en su historia desvía la atención hacia el verdadero acierto de la película: su factura visual y sonora.
Ji-woon Kim junta multitud de ideas en una propuesta ambiciosa, para crear una película de aventuras extremadamente física con una ausencia casi total de efectos visuales, llena de personajes y situaciones y cuyo bizarrismo (en el mejor sentido de la palabra) culmina con una delirante y espectacular persecución multitudinaria por el desierto de Manchuria al ritmo de Don't let me be misunderstood.


Pero su valor no está únicamente en la espectacularidad de sus escenas, oen la elaboración de sus coreografías, sino también en una inventiva visual llena de energía y humor, un joie de vibre de western coreano único.
Con unos decorados impresionantes, una cuidada fotografía y una iluminación prodigiosa (llena de contrastes imposibles), la película rebosa espiritu de aventura, llena de emoción (el segundo tiroteo en el mercado fantasma, impecable), humor (el raro), diversión (la mencionada persecución del desierto) y hasta drama (el desenlace con el indispensable duelo a tres bandas).


Este poderío visual y este grandioso sentido del ritmo conforman un divertimento que conjuga de todo un poco para convertirse en un entretenidisimo filme de aventuras.



No hay comentarios:

Publicar un comentario