lunes, 19 de octubre de 2009

Videojuego: Uncharted

(Uncharted: Drake's Fortune, 2007)





Poco a poco, el mundo del cine y el mundo de los videojuegos han ido fusionándose. Y mientras el primero cree que podrá captar la atención del público imitando a estos últimos (en aberraciones como Resident Evil 3 o Doom), el segundo piensa que lo mejor que puede hacer es copiar al primero.
Así, esta asimilación no se queda solo en lo exterior, con diversos músicos de cine dándonos grandes bandas sonoras (a destacar el Heart of Darkness de Bruce Broughton, el Broken Sword de Barrington Pheloung y el Lair de John Debney), sino que ha repercutido en un construcción más marcadamente cinematográfica de los juegos.


Así, muchos han dejado pasar los saltos del fontanero Mario sobre champiñones mutantes, para hacer videojuegos cuyo nivel de realismo o, en todo caso, ambición argumental, resulta mucho mayor.
Y si bien todos parecen encontrar en el sobrevalorado Hideo Kojima un perfecto ejemplo de esto, lo cierto es que el japonés tiene cada vez menos clara la barrera entre juego y cine, y se empeña en ralentizar la jugabilidad de sus obras con escenas cinemáticas largas, aburridas y, sobretodo, muy pretenciosas, que lo mismo pueden arruinar un juego (como casi sucede con Metal Gear Solid 4).


Uncharted, por su lado, es el perfecto ejemplo de como llevar correctamente esta combinación, y resulta mucho más cinematográfico de lo que la saga de Kojima jamás será.
Y es que el juego de Naughty Dog, cuya secuela saldrá en breve, bebe de innumerables fuentes del cine de aventuras, desde la clásica Indiana Jones (con todo su componente místico y sobrenatural) hasta la reciente y prescindible La búsqueda (con su banda sonora y ciertos personajes), y su argumento, perfectamente acotado por sus limitaciones, se extiende tanto como necesita, no privando en ningún momento de tiempo de juego y dando cortas pero interesantes y amenas escenas cinemáticas. Es decir, su guión no es brillante, pero nadie lo demanda.
Su jugabilidad, por otro lado, termina resultando excesivamente repetitiva. Y es que la monotonía de escenarios (la selva sudamericana) y situaciones (emboscadas constantes) terminan repercutiendo en contra del propio juego.


No obstante, quizás por su corta duración (lo cual no siempre es una desventaja) y por su intuitivo manejo, Uncharted termina siendo un juego la mar de entretenido, adictivo por momentos, y una cura de humildad para todos los que se emperran en promocionar cada juego que crean como una obra magna de la creatividad humana.


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