martes, 23 de junio de 2009

La vida privada de Sherlock Holmes (III)

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POSTPRODUCCIÓN: SINFONÍA EN DOS MOVIMIENTOS
Con todos los efectos físicos y decorados utilizados durante el dilatado rodaje, la postproducción de La vida privada giró en torno a dos nombres: Miklós Rózsa, compositor, y Ernest Walter, montador.
Esta habría de ser la primera y única colaboración de Billy Wilder con el segundo, recién salido de Las sandalias del pescador (The shoes of the fisherman.1968). La labor de Walter, ya se ha comentado, no era especialmente creativa o tediosa, pues la forma que tenía el director de rodar la película, con planos calculados al detalle, hacía que su labor fuera bastante intrascendente, limitándose a cortar claquetas y poco más, cosa que hacía durante el propio rodaje.


El primer montaje de la película duraba unos 200, lo que sin duda reflejaba las intenciones de Wilder cuando dijo que “debería mantener a la gente en el cine unas tres horas”. Este primer montaje se componía de los cuatro movimientos ya mencionados por Wilder.
Miklós Rózsa había puesto música a filmes tan destacados como El Cid (1961) y El Ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1940) y fue colaborador habitual de Wilder durante los años 40, en los que compuso las bandas sonoras de Perdición, Cinco tumbas al Cairo (Five Graves to Cairo, 1943) y Días sin huella (The Lost Weekend, 1945).
Su implicación en el proyecto vino determinada por su magnífico Concierto para violín, Opus 24, que Wilder y Diamond escuchaban durante la escritura del guión, tanto por su belleza como por su uso del violín, elemento indispensable en una adaptación de Sherlock Holmes, consumado violinista. Así pues, a la hora de componer la música de La vida privada, Wilder pidió a Rózsa que adaptara este concierto, lo que él haría sin problemas, disfrutándolo bastante.


Su banda sonora se ajustaba al montaje inicial de más de tres horas. Rózsa observó la película y decidió qué debía llevar música y qué no, resultando que todo un fragmento de 20 minutos, aquel que hace referencia a los recién casados desnudos, no llevaría ni una nota de música. Recientemente, una regrabación de la banda sonora completa fue editada por Tadlow Music, incluyendo temas compuestos (y grabados en su día) para escenas que quedaron fuera.La amistad entre Wilder y Rózsa llevó al director a ofrecer al compositor un breve cameo en la película, precisamente como conductor de orquesta.

Con la película completada, California fue el sitio elegido para realizar un preestreno con el que recabar la opinión de la gente. La recepción fue desastrosa y los Mirisch, productores de la película, presionaron a Wilder para que la acortara. Pero éste, que no estaba demasiado interesado en desvivirse ajustando la obra a las demandas de un limitado número de personas, abandonó el montaje y se dirigió a Francia a, dijo, preparar una nueva película.


Si bien la decisión final del montaje recaía enteramente en él, quizás por cansancio, Wilder dijo a Ernest Walter “Confío en ti, ya sabes lo que me gusta”. Esto, él no lo sabía, terminó siendo su gran error. “No haga nunca una película con episodios, porque se pueden eliminar algunos. (…) Y ellos tenían sus preferencias sobre qué partes quitar, unas preferencias que no eran mías.”
Cuando volvió, el editor y los productores habían reducido considerablemente la duración. De 200 minutos se había pasado a 125, eliminando completamente la introducción y dos de las cuatro historias. “Era un desastre absoluto. (…) Se me saltaban las lágrimas al verlo”. Así, aunque la película duraba ahora hora y media menos, “parecía más larga”. En palabras del Rózsa, “el film era muy bueno, pero muy largo, unas tres horas, lo cual no importaba debido a la calidad del material. (…) Si yo hubiera sido Wilder, les habría dicho que se fueran al infierno, aunque significara el fin de mi carrera”.
Así, una vez con la versión de poco más de dos horas lista para estrenar, el panorama empeoró con la desaparición y destrucción parcial de los negativos. A día de hoy, su recuperación ha sido imposible, conservándose de algunos el sonido, de otros la imagen y de otros absolutamente nada; lo que hace improbable la restauración del montaje original.


La vida privada de Sherlock Holmes, truncada sinfonía de cuatro movimientos reducida a dos, se estrenó el 28 de Octubre de 1970, envuelta en la más absoluta indiferencia y siendo considerada a día de hoy una de las películas más fallidas de su director.
Miklós Rózsa se referiría a este montaje diciendo que “el film truncado tal y como lo veis hoy día es una lamentable perversión del original y una gran decepción para todos los implicados”.


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