miércoles, 10 de junio de 2009

The Thief and the Cobbler. Recobbled cut.



Dirigida por RICHARD WILLIAMS
Restaurada por GARRETT GILCHRIST


Si tropiezan un día con uno de esos raros lugares que venden en VHS películas que en su día fueron directas a video a precios exorbitantes, quizás encuentren, entre "Truqui, la pequeña locomotora" y "El poder del amor VII", una cinta animada bajo el título de "El ladrón de Bagdad", pelicula que, a simple vista, no parecería más que una mala copia de Aladdin.

Pero quizás les sorprenda saber que detrás de esa mala carátula se encuentra un ambicioso proyecto, dirigido por un prestigioso animador ganador de tres Oscar, que vio como la obra de su vida le era arrebatada de las manos, arruinada y confinada a una polvorienta estantería.

THE THIEF AND THE COBBLER. RECOBBLED CUT. TRAILER


ONCE...

En 1964, Richard Williams era un animador que comenzaba en la industria y únicamente tenía en su haber un cortometraje, The Little Island (1958), aunque su carrera posteriormente incluiría diseño de títulos de crédito en películas como "Casino Royale" (1967), "Asesinato en el Orient Express" (1974) o "La pantera rosa ataca de nuevo" (1976). Fue en este año cuando Williams se sintió atraído por las historias de Nasrudin, personaje turco de la edad media, y decidió llevarlas a la gran pantalla en la que sería su primera película animada como director.

"The amazing Nasrudin" (El asombroso Nasrudin), título original del proyecto, empezó su producción en Inglaterra en 1967, con la grabación de voces (Vincent Price, Anthony Quayle y , dicen, Sean Connery en un pequeñísimo rol) y el comienzo del proceso de animación; A esta época pertenecen determinadas escenas que han llegado a la película final y que conciernen al ladrón del título final, el único personaje que permaneció intacto.

En el 1972, cuando el título pasó a ser "The Golden City" (La ciudad dorada) la producción encontró problemas de derechos con las historias originales de Nasrudin, lo que arruinó un posible trato con una gran productora y obligó a los implicados a abandonar el proyecto. Ni corto ni perezoso, Williams cogió sus personajes originales (el ladrón) y eliminó a Mulla Nasrudin de la película, que ahora se conocería como The Thief and the Cobbler (El ladrón y el zapatero).

A mediados de la década, el film progresaba muy lentamente, al no encontrar el apoyo de ninguna gran firma, en parte debido al problema del director con las fechas de entrega: su absoluto perfeccionismo sería la maldición de la película. Aun así, en esta época se consiguieron terminar algunas secuencias espectaculares, con pequeñas financiaciones de productores que, finalmente, terminaban retirándose de la producción. Hasta el mismo Gary Kurtz (La guerra de las galaxias) daría dinero.

Ya en los 80, la animación dejó de estar de moda. Las películas Disney pasaban con más pena que gloria (Los rescatadores en Cangurolandia) y Richard Williams seguía ambicionando su proyecto, cada día con un nuevo título: "Once..." ("Once upon a time...", el típico "Érase una vez...") o "The thief who never gave up" (El ladrón que nunca se rindió, una referencia al esfuerzo y el empeño de Williams empleado en el film).

Sería un montaje con los 12 minutos ya animados de la película el que metería a Williams de lleno en el Hollywood más exitoso.

Rober Zemeckis consiguió ver ese avance y supo que Richard Williams debía estar en su nueva película, una arriesgada pero atractiva mezcla entre cine negro y animación. "Quien engañó a Roger Rabbit" (1988) sigue siendo hoy una de las mejores películas de su director (cada día más perdido) y la animación de Williams continua impresionando, con una calidad muy superior a películas actuales.

En este momento entra Warner Brothers. Tras el enorme éxito cosechado por la película de Zemeckis y el gran reconocimiento del trabajo de Williams (dos Oscar), la productora (además de otros inversores) aceleró las cosas. The Thief and the Cobbler iba ahora viento en popa y su fecha de entrega estaba fijada para finales de 1991. En 1992, la película estaba a 15 minutos de ser terminada: el enorme perfeccionismo de Williams volvía a la carga.

Cual sería la sorpresa de todos los implicados, cuando Disney anunció una película, también ambientada en Arabia y con muchas (demasiadas) coincidencias con la obra de Williams (por la que habían pasado varios animadores que después ingresarían en los estudios de Burbank...). Cuando Warner vio que la obra de Williams habría de competir con Aladdin, se retiró del proyecto. Los nervios cundieron.

A mediados de ese mismo año, los productores demandaron un pase de The Thief and the Cobbler. En dos semanas, Williams hizo los storyboards de las escenas que faltaban por animar (en todos estos años, jamás dibujó un storyboard) y los integró en la película para proyectar una copia de trabajo. Las reacciones de los inversores precedieron al inmediato despido de Williams y de todos los animadores.

Los productores estaban descontentos con el resultado final y decidieron no seguir gastando más dinero en aquello. Tras despedir a todo el equipo, pasaron el material a Fred Calvert, un animador de televisión (obviamente, mucho menos cualificado y entregado), con un par de directrices, una de las cuales aludía a la "inexplicable" falta de canciones en la película (algo que también se quiso imponer a Williams). Con la ayuda de estudios por todo el mundo (algunos , animadores de Don Bluth) y reduciendo gastos (la animación es menos fluida y los diseños, más burdos), se eliminaron secuencias ya animadas, se modificó el montaje, se introdujeron tres canciones y se añadieron y cambiaron diálogos y voces.

En 1994, esta versión de la película, The Princess and the Cobbler (La princesa y el zapatero) se estrenó en Australia y Sudáfrica, con 77 minutos de duración frente a los casi 100 de Williams.

Un año después, Miramax, propiedad de Buena Vista, compra los derechos de la película. Esta nueva versión remontaba lo ya visto y presenta un nuevo elenco de voces, en aun menos tiempo (72 minutos). Jonathan Winters y Matthew Broderick llegaron para poner voces a dos personajes originalmente mudos (¡!).

Arabian Knight (El caballero árabe) se estrenó en verano de 1995, tres años después de Aladdin, más como un subproducto surgida de esta (con numerosas referencias a ella) que como una película con entidad.


EL ZAPATERO Y EL REMENDÓN

Aquí es donde entra Garret Gilcrhist, más de diez años después.

En 2006, este animador anunció su intención de restaurar la película, bajo el nombre de The Thief and The Cobbler. Reccobled Cut (El ladrón y el zapatero. Montaje remendado).

Gilchrist buscó todas las versiones existentes de la película, encontrado la copia de trabajo que Williams proyectó a los productores. Sacada de un mal VHS, alternaba animación terminada con otra a medio colorear con bocetos y storyboards, en una calidad que dejaba bastante que desear... Pero era un comienzo.

Siguiendo esta copia de trabajo, se pudo recurrir a las copias digitales existentes de las otras dos versiones (editadas en DVD en algunos países), que conservaban unas cuantas escenas del metraje original de Williams en mayor calidad. Mezcló estas escenas genialmente animadas, con aquellas de Calvert que, aunque mediocres, seguían la historia original, y completó las escenas que faltaban con bocetos y storyboard.

Por supuesto, esta restauración sacó a la luz la pista de audio original, con todos los actores y diálogos tal como los supervisó Williams (salvo por alguno irrecuperable) y aunque utilizó pequeños cortes musicales que Robert Folk compuso para las otras versiones, la mayor parte de la música se sustentó en la obra clásica de grandes compositores como Ralph Vaughan Williams o Nikolai Rimsky-Korsakov.

El resultado de este trabajo fue colgado gratuitamente en la red, con comentarios de Gilchrist.


LA HISTORIA INTERMINABLE

A la hora de hablar de este The Thief and the Cobbler. Recobbled Cut, uno nunca puede dejar de alabar la labor de Gilchrist que, de su propio bolsillo y solamente por amor al arte, quiso acercarse un poco a lo que podría haber sido esta película.

Por supuesto, al igual que sucedía con el Richard Donner's Cut de Superman II, estamos hablando de un resultado que tiene más que ver con un documental que con un largometraje de animación. Este montaje sirve simplemente para mostrar lo que pudo haber sido y no fue. El cambio de escenas animadas a storyboards (más acuciante en su parte final) y entre escenas de calidad DVD y VHS, hacen de esta película más una curiosidad para el público adulto interesado en el tema.

Pero, aceptado esto, el filme puede disfrutarse igualmente. Y es que, de haber sido terminado, probablemente estaríamos hablando del mejor film animado de la década de los 90, junto con El gigante de hierro.

Claro que en una época en la que los estudios Disney parecían tener el monopolio de la animación, muy pocos osaban plantarles cara, y, si así lo hacían, nunca conseguían superarles en taquilla, al margen de la calidad de la película en si misma. No sería hasta mucho después, cuando Dreamworks comenzó la batalla con la fallida El príncipe de Egipto y la recomendable Antz, que la hegemonía de Disney ya no sería tal.

Y es que pasamos a una época en la que el cine en tres dimensiones había abierto camino para muchos estudios que querían hacer películas baratas en un santiamén, aun sacrificando la animación (La increíble pero cierta historia de caperucita roja) y Disney cada día estaba más perdida (las muy divertidas Lilo & Stich y Atlantis no tuvieron más eco que la mediocrísima El Planeta del tesoro y engendros similares). En todo este lío, apenas Pixar ha sabido mantener un buen nivel (exceptuando Cars y Ratatouille) y ha alcanzado su punto álgido con la brillantísima primera media hora de Wall-E, que nos recuerda al humor mudo, en el que The Thief and the Cobbler tiene mucho que decir.

Richard Williams se declaró un gran fanático de los primeros clásicos Disney de los años 40 y acostumbraba a hablar con los animadores de éstos, en la esperanza de que el saber de la animación tradicional no se perdiera. Y, en una época en la que todo el mundo pide ordenador y nadie parece interesado en las viejas dos dimensiones, esperemos que haya más gente como él, que sepa apreciar el valor de una buena película realizada íntegramente a mano (como es este caso).

El guión de The Thief and the Cobbler respira "clasicismo", como el gran homenaje a grandes e inmortales obras de dibujos animados que es: un argumento que nos retrotrae a los buenos clásicos Disney, plagado de un humor deudor de los hilarantes Looney Tunes, con un gran sentido del espectáculo y la épica, pero al mismo tiempo novedoso y con un ritmo que deja con la boca abierta (ni demasiado pausado ni demasiado acelerado, perfecto).

La historia nos cuenta el destino de una ciudad dorada y la aventura de aquellos que tienen que salvarla, pero lo hace evitando la narración moderna y presentando un estilo mucho más adulto. No entendamos "adulto" como referencias obscenas o palabras malsonantes, que a veces sólo son un recurso para encubrir una incapacidad. Williams trata al espectador como una persona madura, con una historia que no por simple es obvia (como sí lo sería sus siguientes versiones), sabiendo que lo que se puede expresar con imágenes, no tiene sentido reiterarlo con palabras.


El gran acierto de Williams a la hora de retratar a sus personajes radica precisamente en esto: ni el zapatero ni el ladrón del título cantan canciones de amor, hablan sobre sus aspiraciones o pierden el tiempo con chistes fáciles... simplemente porque son mudos. No hablan, pero no necesitan hacerlo, lo expresan todo con sus acciones. El primero, una referencia a Chaplin. El segundo, al celebre Coyote. Los dos guían la película con un humor visual que nunca pasará de moda y que alcanza su cenit en el delirante, surrealista, épico y maravilloso final, que, en cierta forma, contradice totalmente todos los esquemas sobre la figura heroica y se distancia del tópico y el estereotipo.

Los dos protagonistas nos brindan no sólo este increíble clímax (desafortunadamente, no completamente animado) sino también una divertidísima e hipnótica persecución (verdaderamente surrealista) que echa mano de toda clase de trucos ópticos y un humor absurdo que nos recuerda a la locura de los dibujos de la Warner (cuando el ladrón trata de hacerse con las tres bolas doradas)... Y de los dos, será el zapatero el que acabe viviendo una historia de amor que, alejada de empalagosas canciones, se reduce a un par de bellos momentos y miradas, como el encuentro inicial entre los dos enamorados, con ese encantador giro de cabeza.

Por otro lado, encontramos al diabólico Zig-Zag. Un visir de cara puntiaguda y tez azul, al que algún personaje de Aladdin (el genio o Jafar) recuerda sospechosamente. Con la fantástica voz de Vincent Price (que repetiría en la animación con la genial Basil, el ratón superdetective, grabada posteriormente pero estrenada antes que Thief and the cobbler), este malvado visir real que habla con rimas termina siendo un personaje grotesco y cómico, pero igualmente efectivo, con un final cargado de humor negro y que Williams sabe visualizar muy originalmente utilizando un recurso de toda la vida.

Es en este ocasional humor negro donde se ve que estamos ante algo diferente que, salvando las distancias, recuerda más a Bugs Bunny y Yosemite Sam jugando a la ruleta rusa que a Shrek entonando un rap. Y ahí está la escena en la que el ladrón es castigado (no hacen falta más palabras), ingeniosa y bien llevada, y que no necesita de una voz en off para explicarnos nada que no estemos viendo.


Y, por si este guión no fuera suficiente (que lo es), lo que verdaderamente brilla en The Thief and the Cobbler es la dirección de Richard Williams, en un lujoso panorámico (como debe ser en una película de estas características). Ahora que todo hijo de vecino puede hacer una película digital por pobre que sea, es un verdadero goce para la vista contemplar una obra animada totalmente a mano, fotograma a fotograma. Los diseños son impactantes (atención a su increíble final, con las máquinas de guerra), los colores son inmejorables (el ladrón buscando la forma de entrar al castillo), la fluidez de los personajes es hipnótica (la persecución por el zapato) y los movimientos de cámara dejan con la boca abierta, como vemos en las escenas de noche en la torre de Zig-Zag o en la llegada a la masacre: resulta impactante la capacidad de Williams para moverse con total libertad en un entorno de dos dimensiones.

Los colores, los movimientos de cámara, la animación de los personajes, los diseños… Todo lo que se ha conservado deja entrever una obra maestra, muy superior y mucho más atrevida que muchas películas actuales.

No deja de resultar curioso (por no decir enervante) ver como una película tan maravillosamente animada, es arruinada y olvidada en favor de otra película, muchísimo menos conseguida en todos los sentidos (Aladdin).


EL CABALLERO, EL LADRÓN, LA PRINCESA, EL ZAPATERO Y EL APUNTADOR

Ya se ha hablado brevemente de las diferentes versiones que salieron de esta película (todas ellas disponibles en Youtube, incluida la de Williams, y a las que hay enlaces más abajo) y no hace falta más que un vistazo para ver las diferencias.

Ambas, tanto la de Fred Calvert como la de Miramax, utilizan material rodado por Williams y prácticamente tienen un montaje similar, pero es en los diálogos donde todo cambia y donde, por momentos, el espectador puede sentir que se está atacando su inteligencia.

The Princess and the Cobbler

Como ya se ha comentado, cuando Williams pasó a Calbert la copia de trabajo, con todas las escenas ya animadas, éste recibió ciertas instrucciones por parte de los productores. En lugar de limitarse a animar malamente las escenas que faltaban, fue más allá, llegando incluso a poner voz al zapatero mudo, por aquello de que el público podría quedar desconcertado si un personaje no habla constantemente. Las cosas como son, no puede culparse tanto a Calbert como a los productores que realizaron las imposiciones.

Pero lo que es indudable que es el estilo de animación es visiblemente peor. Con menos dinero y menos ganas, las escenas terminadas por su equipo se distinguen en sus movimientos menos fluidos y realistas y en sus torpes diseños (por momentos, parece que estemos viendo el trabajo de un mal imitador).

Esta animación deficiente se aplicó a algunas escenas que sí estaban en el guión original (la princesa y el zapatero en los aposentos de esta) y a otros que no (la princesa cantando un tema deseando que un hombre entre en su vida, sin comentarios), y resulta alarmante y criticable la eliminación y modificación de animación original de Williams, en afán de "agilizar" el ritmo. Es decir, para reducir metraje (tanto da el ritmo, mientras la película dure menos de 70 minutos), se cortaron fragmentos de escenas y se fundieron unas sobre otras, arruinando fascinantes movimiento a través de las montañas, con imágenes de la batalla final (¿¿??).


The Arabian Knight

La versión de Miramax, si bien tiene un montaje muy parecido a la de Calbert, incluye, como no podía ser de otra forma, forzados chascarrillos y referencias a Aladdin ("¿Quién necesita un genio teniendo un clavo?").

Como en la versión anterior la voz en off inicial es sustituida por la del propio protagonista, que permanecerá en off todo el metraje, diciendo apenas un par de frases en directo. Por supuesto, todos los personajes evidenciarán constantemente lo tímido que es y lo poco que habla, cuando en la versión de Williams ni se mentaba este hecho. El cambio más ultrajante lo introduce la voz de Matthew Broderick (nunca sabremos como el protagonista de Todo en un día llegó aquí), cuando habla del ladrón: "un hombre de pocas palabras, pero muchos pensamientos".

Efectivamente, alguien decidió que era lo ideal poner voz al segundo personaje mudo de la película, arruinando todos y cada uno de sus momentos con insoportables monólogos supuestamente graciosos que, al igual que sucede con la voz del personaje principal, manda al traste la madurez narrativa de Williams, al creer que los espectadores necesitan que se reitere constantemente sus acciones.


THE END

Han pasado ya 13 años desde que Arabian Knight o The Princess and the Cobbler (como ustedes gusten de llamarla) vio la luz, adulterada, arruinada y vendida como un subproducto concebido a la sombra de Aladdin, cuando en su concepción y desarrollo era una original película con una animación verdaderamente espectacular y un humor que hoy día se echa de menos (felizmente recuperado en la mencionada primera media hora de Wall-E).

Richard Williams apenas sí ha aparecido en un par de documentales desde entonces. Desde luego, no debe ser fácil ver como el proyecto de toda una vida, levantado con esfuerzo durante 25 años, se derrumba en un momento y queda reducido a versiones alteradas y mutiladas en pantalla completa como regalo en cajas de cereales; mientras la factoría Disney no tiene inconveniente en añadir gratuitamente prescindibles escenas en sus películas en DVD (La bella y la bestia, El rey león), en una época en la que todo el mundo parece lanzar ediciones extendidas, a cada cual más prescindible (Gladiador, xXx... ¡Por favor!).

Películas como esta o La vida privada de Sherlock Holmes, permanecerán siempre inacabadas, aunque no nos falte el "deseado" montaje extendido de Hancock.

Por suerte, y gracias a la excelente y muy encomiable labor de Garret Gilchrist, podemos hacernos ahora una idea de la gran película que The Thief and the Cobbler pudo haber sido y no fue, con la vana esperanza de que, algún día, alguien decida retomarla y terminarla, para dar al público dos horas de animación deslumbrante e hilarante diversión.


ENLACES

Youtube: The Thief and the Cobbler. Recobbled Cut

Youtube: The Princess and the Cobbler

Youtube: Arabian Knight

Wikipedia: The Thief and the Cobbler

Borrador de la historia (1969)

The animador who never gave up. The Unmaking of a masterpiece


5 comentarios:

  1. Mua,ha,ha,ha, el tochazo que he puesto yo en mi blog sobre Twin Peaks es más largo y pedante que este suyo sobre películas mutiladas de dibujitos, seguro que el mío lo lee menos gente, muérase de envidia.

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  2. ¡Le odio! Pero tranquilo, que estoy preparando el artículo narcótico definitivo.

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  3. me ha encantado el artículo, es mucho mejor que escuchar a mi novio hablar de la pelicula y mira que el es bueno analizando peliculas que no ha visto nadie

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  4. "Ya en los 80, la animación dejó de estar de moda. Las películas Disney pasaban con más pena que gloria (Los rescatadores en Cangurolandia)"

    Los rescatadores en Cangurolandia se estrenó al principio de los 90, y aunque no fué un éxito, Disney ya había estrenado La sirenita en el 89 y después estrenaría la bella y la bestia, por lo que tu comentario es erróneo.

    Por otra parte "The thief and the cobbler" es una maravilla se mire por donde se mire. Y eso que se estrenó deformada y adulterada. Si alguna vez veo la versión del director por mí se puede parar el mundo después.

    Después de ver esta película, Aladdín me pareció de lo más vulgar en comparación.
    Gracias por el artículo.

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  5. Un post acojonante y del 2009!!! No se' de donde has acadao la documentacion pero enhorabuena. Hay un documental ahora que esta aun en produccion que habla de este tema. Se llama "Persistende of Vision" por si te pica la curiosidad.

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