Número 9

(9, 2008)

Ya hemos hablado alguna vez de cómo el cine de animación hecho por ordenador ha permitido la entrada de muchas productoras y directores en un mercado antes copado por unos pocos, con todas las cosas buenas y malas que ello conlleva.
Con la variedad que aportan estos recién (y no tan recién) llegados, el cine de animación puede enriquecerse o quedar estancado en una cadena de plagios sin fin que van a lo fácil, a lo ya visto.


Por ello, existía cierto interés, al menos por mi parte, por 9, el debut de Shane Acker en la dirección, al hablar de una película de animación que apuesta muy directamente por la acción y la ciencia ficción.
El argumento nos sitúa en un futuro donde la raza humana se ha autodestruido y lo único que sobreviven son curiosos muñecos de trapo, con números como nombre, que luchan contra extraños ingenios mecánicos.


La cinta se basa en un cortometraje también creado por Acker, una obra completamente muda y prácticamente sin argumento que buscaba ser una pequeña pieza de acción que deslumbrara visualmente.
A la hora de adaptar la obra a la pantalla grande la presencia de Pamela Pettler, coguionista de esas dos películas tan estimables que son Monster House (2006) y La novia cadáver (Corpse Bride, 2005), podría darnos ciertas esperanzas sobre la historia que íbamos a encontrar. Pero aquí llega el primero de los muchos fallos de 9.


El argumento, por llamarlo de alguna forma, no es más que un cúmulo de tópicos, situaciones mil veces vistas y personajes tan estereotipados que avanzan por lo que dictan las normas del género y no por el propio guión. Las historias de amistad y traición se dan tan rápidamente y de forma tan falsa y superficial que resultan por momentos verdaderamente desconcertantes.
Y la pretensión de dar voz a unos personajes originalmente mudos no tiene sentido cuando todo lo que dicen son verdaderas tonterías. Por supuesto, poco o nada ayuda a esto un casting (en versión original) lleno de famosos que no resultan ser más que un mero elemento promocional cuya voz no está a la altura, ni siquiera en el caso de Christopher Plummer, que demostró un hacer estupendo en Up (2009).


Visualmente, tampoco se puede decir muchas cosas buenas del trabajo de Acker, más allá de que intenta innovar en el cine de animación.
No cabe duda alguna de que 9 cuenta con unos diseños de decorados verdaderamente espectaculares y con alguna que otra buena idea visual, pero la obra falla en elementos cinematográficos básicos (tales como ritmo y tensión) y parece mucho más deudora del mundo de los videojuegos que del mundo del cine, empezando por unos gráficos que salen airosos a la hora de recrear bestias mecánicas pero evidencian sus fallos a la hora de mostrar seres humanos.


Así, tomando como referencia directa a la mucho más lograda y cinematográfica saga de videojuegos Oddworld, 9 es una carta de presentación que falla por todos lados, de la que apenas se pueden destacar los diseños y la banda sonora de Danny Elfman y Deborah Lurie (algo manida pero en general disfrutable).
Una cinta de acción que, debajo de un envoltorio supuestamente original, esconde algo que ya hemos visto muchas veces, sólo que ahora con muñecos de trapo.