lunes, 2 de noviembre de 2009

La noche del demonio

(Night of the demon, 1957)


Tras sus comienzos de la mano del productor de cine de misterio Val Lewton (cuya trayectoria, si breve, no está para nada exenta de interés), con películas tan geniales como La mujer pantera (Cat People, 1942) o Yo anduve con un zombie (I walked with a zombie, 1943), Jacques Tourneur dio un giro a su carrera y comenzó a probar toda clase de géneros, con diferente suerte.
Desde la panfletaria Días de gloria (Days of glory, 1944) hasta la imprescindible Retorno al pasado (Out of the past, 1947), pasando por thrillers tan correctos como Berlín Express (Berlin Express, 1948) o filmes de aventuras como La mujer pirata (Anne of the Indies, 1951).


No sería hasta 1957 cuando el director decidió echar una mirada atrás y sacarse de la manga la que es una de sus mejores obras, una película marcada por las mutilaciones. Desde el productor que ignoró los deseos de Tourneur de hacer una película de terror sutil y se coló en la sala de montaje para introducir escenas de gigantes seres del averno, hasta el remontaje para su estreno en Estados Unidos, que dejó a la película con quince minutos menos de su ya corta duración.


La noche del demonio narra la llegada a Inglaterra de un eminente psicólogo americano (Dana Andrews) con el motivo de desacreditar a un supuesto experto en magia negra (Niall McGinnis).


Con este argumento, el guión de Hal E. Chester y Chales Bennet, colaborador habitual de Alfred Hitchcock en su etapa inglesa, rescata el espíritu de las mencionadas películas producidas por Lewton en los años 40, cuyo suspense y terror se basaban en lo sutil.
A pesar de esos dos minutos en que el susodicho demonio del título hace su aparición (en la visión original de Tourneur, era más intuido que mostrado), La noche del demonio se caracteriza por su sutileza y su guión de hierro, empezando por el malo de la función, ese por momentos ambiguo doctor Karswell encarnado magnificamente por McGinnis.


Dando una vuelta a los estereotipos, la película nos sumerge en el progresivo descubrimiento que hace Andrews de esta magia negra, junto a ese enemigo que va más allá de poner miradas malvadas, y que culmina en ese esplendido momento final con un abrigo de por medio.


La fotografía de Edward Scaife y la música de Cifton Parker son los elementos fundamentales que utiliza Tourneur para dotar a la película de esa ambientación tan característica que retrotrae al comienzo de su carrera.
El director francés crea una atmósfera de misterio (el comienzo) y terror (Andrews en el pasillo del hotel) que se erige como el complemento perfecto al guión de Chester y Bennet y que en última instancia hace de La noche del demonio la esplendida película que es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario