viernes, 13 de noviembre de 2009

Celda 211

(2009)





La carrera de Daniel Monzón, aunque no demasiado brillante, no está exenta de cierto atractivo.
El mallorquín comenzó en esto del mundo del cine como crítico y de ahí dio el salto al guión con Desvío al paraíso (1994).
Su debut en la dirección sería con la curiosa pero no demasiado lograda El corazón del guerrero (2000), a la que seguiría la divertidísima e intrascendente El robo más grande jamás contado (2002).
Quizás con intención de no repetirse, Monzón pasó después al thriller con la monótona La caja Kovak (2006) y prueba ahora suerte en el drama carcelario con Celda 211.


Juan Oliver (Alberto Ammann) llega a su nuevo puesto como guardia de prisiones justo cuando estalla un motín. Atrapado en la cárcel, deberá hacerse pasar por un preso más para salir vivo de allí y reunirse con su mujer (Marta Etura), lidiando con el temible Malamadre (Luis Tosar).


Muchas cosas caben decir de Celda 211, tanto buenas como malas.
Y es que, si bien la película no es para nada despreciable, no puede evitar caer en ciertos convencionalismos y simplezas, especialmente en su inicio. Aunque no tan americanizado como cabría esperar, el guión de Monzón y Jorgue Gerricaechevarría (colaborador habitual de Alex De la Iglesia y de Monzón desde El robo más grande jamás contado) no puede evitar ciertos elementos que, si bien muy vistos en otras películas, se antojan verdaderamente forzados en una producción de estas características.


Presentaciones supuestamente impactantes, frases mil veces vistas en thrillers y situaciones por momentos inverosímiles (los dos o tres planos de personajes declarando carecen por completo de sentido) introducen Celda 211 y, afortunadamente, dejan paso a un drama carcelario en el que Monzón encuentra sus puntos fuertes, que quizás no sean muchos, pero son verdaderamente potentes.


Dejando de lado un desarrollo algo irreal y por momentos forzado, especialmente en la relación entre Juan y Malamadre (que parece responder más a tópicos del genero que otra cosa), es en los momentos concretos en los que Celda 211 logra impactar. Y si bien la dirección de Monzón no sobresale y por momentos resulta bastante impersonal, sabe imprimir un ritmo enormemente acertado a la obra, creando un gran interés y, en determinados momentos, una enorme tensión (toda la escena en la puerta de la prisión, que incluye el momento más impactante del film).


Y gran parte del merito de que Celda 211 funcione corresponde a sus dos protagonistas. Un correctísimo Ammann en su debut como protagonista y un estupendo Tosar, que consiguen dar a sus personajes la entidad que necesitan y hacen que su relación pueda mantenerse.


Rodeándoles se encuentra un reparto que oscila entre lo normal (un Antonio Resines a años luz de lo que demostró en Acción Mutante y Todo por la pasta) y lo mediocre (un Manuel Morón fuera de lugar), y un equipo técnico al nivel, del que sólo cabe destacar (para mal) la labor del por lo general excelente músico Roque Baños, que deja de lado su sonido habitual para meterse en percusiones que parecen más deudoras de la (irritante) banda sonora de Prison Break que otra cosa.


Al final, Celda 211 es una película que no acaba de soportar un análisis argumental concienzudo y que no es tan redonda como podría haber sido, pero que cuenta, especialmente en su segunda mitad, con más aciertos que fallos y, en última instancia, consigue dejar al espectador clavado en la butaca.

1 comentario:

  1. Pues yo creo que se va a convertir en mi película española del año junto a Ágora, sólo el trailer ya me tiene ganado como en su momento me paso con el de Munich.

    Cuando la vea vomitaré mi opinión es estos lares.

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