viernes, 12 de febrero de 2010

Invictus

(2009)





Desde sus inicios en el mundo audiovisual, Clint Eastwood ha pasado de ser un protagonista de series del oeste de segunda a ser un director de renombre, pero siempre ha sido un tipo interesante.
Como actor, las películas en las que ha trabajado han sido, cuanto menos, entretenidas. Como director, sin duda ha demostrado ser una persona con ideas y, en ocasiones, magníficos resultados. Incluso sus peores trabajaos tiene cierto interés.


Cuando en los 90 dejó el cine más entretenido por uno más ambicioso, su decisión se convirtió en un arma de doble filo. Por un lado, cuando acertaba, lo hacía brillantemente (véase Cazador blanco, corazón negro o Gran Torino). Por el contrario, cuando fallaba, sus películas se convertían en obras convencionales cuyo único propósito parecía acaparar premios por doquier (a.k.a. El intercambio o Banderas de nuestros padres).
Invictus, su más reciente trabajo, se sitúa estratégicamente entre ambas direcciones.


La historia de Nelson Mandela intentando reconciliar una nación mediante una final de Rugby tiene todos los ingredientes para ser una gran película o una obra convencional.
Argumentalmente, el guión de Anthony Peckham incluye ciertos elementos atractivos, para los que da la historia original, sobre la espiral del odio. El problema, lo que hace que Invictus no llegue a ser una gran película, por muy correcta que pueda ser, es la obsesión que existe por enterrar los elementos más originales en la convencionalidad y el tópico de unos diálogos supuestamente profundos, pero, en verdad, mal llevados. Charlas sobre el destino terminan resultando cansinas cuando su motivo parece no ser otro que ser falsamente emotivos.


Con un reparto no especialmente logrado (un Morgran Freeman que está gritando por un Oscar y un Matt Damon siempre correcto) y un equipo técnico que deja qué desear (una fotografía fallida y una partitura simple), Eastwood consigue hacer de Invictus una película medianamente lograda.
Teniendo todos sus fallos, el film consigue un buen ritmo y en general no cabe duda de que es entretenida, por mucho que no sea tan buena como pretende.

1 comentario:

  1. Coincido ampliamente en el punto de la filosofía barata. Algunos diálogos sobre "el destino" y similares eran de vergüenza.

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