jueves, 10 de marzo de 2011

Realidad y ficción

Si es un crimen, también debería ser un crimen en una película.Y así es como, embutidos en una aureola de progresismo y preservación de la justicia, se carga contra la ficción. Y aunque todos conociéramos esta forma de pensar, nos pilló muy de improviso la denuncia contra Ángel Sala por mostrar una película en la que hay escenas (obviamente, falsas) sexuales con niños menores. No nos sorprendieron los titulares de los medios que decían “Porno infantil en el festival de Sitges” que tiran por la borda la objetividad periodística para sustituirla por ese morbo y ese sensacionalismo que se han apoderado de la profesión de forma alarmante.

Obviamente, si la denuncia ha llegado hasta este punto, será porque cuenta con cierta base legal. Por lo que creo entender, la ley penaliza la utilización de menores así como su imagen distorsionada, lo cual podría encajar (aunque dudo que fuera el objetivo de la ley cuando se redacto) en la película, en la que, según dicen, el protagonista tiene sexo con un muñeco de plástico que simula ser un bebe. Puede ser que así sea.

Pero me pregunto si esta indistinción entre realidad y ficción será lógica o buena en algún sentido. Porque esto parece formar parte del mismo mal que achaca a la sociedad en años recientes, en que películas, comics y videojuegos son directos responsables de la maldad del mundo (porque se ve que las épocas anteriores eran enormemente felices) y así se evitan otras cuestiones más importantes.

Sin extenderme demasiado, pues, por ser este un ámbito que no domino, me parece cuanto menos curioso que se proponga que el crimen no sea solo el abuso de los menores (en cualquier sentido), sino también el retrato ficcionado del mismo, lo que nos lleva no solo a crear tabúes sino, en última instancia, a la censura.

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